Cuoim

Couium no fue simplemente un perfume. Fue una invocación, un llamado primitivo desde lo más profundo de la carne, del instinto, de esa parte del alma que uno prefiere mantener encadenada. Quien se atrevía a rociarlo no olía distinto: dejaba de ser humano por un momento. Algo ancestral se despertaba, como si el cuero, el sudor seco, el humo y la tierra caliente hubieran pactado con el mismísimo inframundo para aferrarse a tu piel.

Inspirado en los rincones más oscuros del cuerpo, donde la moral se disuelve y solo queda el deseo, Couium abría con una bofetada de cuero podrido y resina ardiente. No era sucio… era indecente, como si llevaras una segunda piel hecha de humo y gemidos ahogados. Conforme pasaban las horas, evolucionaba hacia un almizcle húmedo, como una iglesia abandonada, como una criatura que respira detrás de ti en la oscuridad.

Couium no sedujo: poseyó.

Notas principales: Cuero animalic en estado salvaje, resinas oscuras, maderas calcinadas, almizcle carnal, tierra sudada, humo de templo pagano

Recomendaciones:
Solo para aquellos que dejaron atrás la cordura olfativa. Ideal para noches donde el alma pide caos, para rituales silenciosos en callejones húmedos o para quienes se miraron al espejo y aceptaron la sombra en sus pupilas. Fue perfecto en otoño e invierno, aunque algunos lo usaron en verano… solo para ver el mundo arder.

No fue una fragancia: fue un demonio en frasco. Y tú, con el encendedor en mano.